dimarts, 3 de gener del 2012

HOOLIGANISMO LITERARIO

Lo tienen claro: en algún momento de estúpido pique, aún intentaba leer los libros que tomaba prestados de la biblioteca con la máxima rapidez. Cuestión de civismo mezclado con cierto sentido de la urgencia literaria. Un libro de menos de 200 páginas no tiene por qué dudar más de dos o tres días. De lo contrario, a por otro. Joder, han pasado menos de siete meses y parece que sea un lustro.
Ahora acumulo varios libros de más de 1000 páginas y un sentimiento cargado de culpa pues sé que necesitaré alguna prórroga para poder acabarlos. Pues sé que para acabarlos habrá que empezarlos. Pues sé que para empezarlos hay que encontrar el momento. Pero no penséis que esa realidad me tiene por los suelos y me atormenta. No me hace falta leer a los gurús de la autoayuda. Fases de la vida, y punto.
Por eso me excita encontrar motivos que me rescatan de esta inexplicable sensación. Uno muy poderoso se llama Bolaño por sí mismo y es una recopilación de entrevistas que varios medios hicieron a Roberto Bolaño, en varios estados de su merecida ascensión al prestigio absoluto y, lamentablemente en paralelo, en varios estados también del implacable avance de la enfermedad hepática que le acabó costando la vida. Leí el prefacio, de un brillante Juan Villoro (otro escritor americano afincado en Catalunya), y en ese prefacio ya obtuve dos de esas sacudidas que tan dado soy a calificar como señales. La mención de un hombre con hipo como protagonista de un relato (cuando justo en ese momento yo tenía hipo, cosa bastante infrecuente), y la mención del verano del 2003, el de la muerte del escritor, como uno de aquellos espectacularmente calurosos (no olvidaré julio del 2003, con mi hijo un par de días en la UCI por un estúpido accidente, ni las vacaciones en el apartamento de unos amigos, ático en Sitges del cual casi salimos fundidos por el calor).
Las entrevistas a Bolaño son prácticamente una autobiografía encubierta. Habla de su presencia en varios países, de su vida en Catalunya, de sus filias y sus fobias, las literarias, básicamente, pero las vitales, subliminalmente. Sus respuestas son afiladas, certeras, pequeñas obras maestras de alguien que creaba casi sin querer, que era plenamente consciente tanto de que sus palabras eran otra manera más de darse a conocer como de que el tiempo del que disponía era cada vez más escaso. Oportunidades habrá, pues tengo muy claro que este libro, inédito en España y conseguido gracias a la red de bibliotecas de Barcelona, va a estar los cuatro meses máximos que se permite retener un libro, junto a mí. Aunque prácticamente lo haya acabado en un día. Aunque algún sátrapa (le conozco la letra de otro libro) haya hecho subrayados y anotaciones en él, que me sobran porque me confunden y me conducen, y yo quiero descubrirlo todo solo, para eso soy un hombre y yo me pierdo seis o siete veces antes de preguntar, faltaría. Hay mucho ahí dentro, tanto como para que decida construir de alguna manera un post, más adelante, una especie de meta-resumen de sus brillantes frases. Que costará lo suyo porque el libro es una jodida joya de la corona. Qué año, hasta ahora, primero Drive, que resucita al cine, y ahora ese montón de frases directamente desde lo alto del Olimpo. Puedo volverme dulce, nunca como un merengue, si sigo acostumbrándome a esto, podría, sí.


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