dijous, 29 de setembre del 2011

TRAJES A MEDIDA

Este post lleva cocinándose semanas, justo, tal como se menciona, desde el día 12 de septiembre, en que empezó el curso escolar. Parece que hoy, al final, sale del horno. Un horno en que se ha tirado unos cuantos días, así que del hoy del primer párrafo al hoy que pueda salir en alguno de los últimos habrán transcurrido quince días, o así.


Ciertas oportunidades te las pone el destino delante. Aunque el destino se disfrace de calendario, ese invento que nos sirve para contabilizar el tiempo que pasa y para organizar el funcionamiento de nuestra estructura social. Seguro que en la noche de los tiempos averiguamos que los meses y las semanas acaban respondiendo a cierto ciclo basado en la producción agrícola, en los procesos de siembra y cosecha, en ese sector primario que ha quedado desierto, pues algún día nuestros hijos pensarán (espero que sean capaces de pensarlo en varios idiomas, será un triste consuelo) que las zanahorias crecen ya envasadas o que alguien las fabrica y les da caprichosas formas y medidas, como hacen a las galletas de dinosaurio.
El calendario dice que hoy los niños han regresado, en su gran mayoría, a la escuela. Los medios de comunicación pecarán otra vez de una falta de imaginación alarmante (aunque ellos dirán que es una imaginación cíclica, que se aleja y se va a descansar para volver), para decir que los pequeños están en sus quehaceres y en sus obligaciones, igual que los adultos tomamos las nuestras. 
A estas alturas muchos años he vuelto a pensar en cierta familia, creo que de origen vasco, que recorre el mundo en un velero y suministra a sus hijos una especie de educación autogestionada. Muchos considerarán a esos niños, (aunque con el tiempo que hace que leí acerca de ello, deben ser ya hombres hechos y derechos) como una especie de salvajes a medio civilizar pues serán incapaces de blandir un certificado, un título, un máster con el que cimentar un CV apañadito.Puede ser que los padres que tomaron (los padres casi siempre pensamos en lo mismo al decidir las cosas) esa difícil decisión, les hayan podido explicar mejor dónde está la belleza de un cuadro de Sorolla, pero sean incapaces de decirles de qué especie es la mosca drosófila, y la cuestión de los experimentos con sus cromosomas.
Porque mis hijos estaban contentos de ver otra vez a sus amigos del colegio, más que de verlos en el colegio. No dejemos que nos engañen: seguramente hubo un tiempo (y no tuvo por qué ser mejor) en que el concepto de la educación incluía el leve refinamiento de hacer que la persona adquiriese una mediana cultura general. De esa que te permite no quedar como un idiota en una conversación de nivel moderadamente culto. Hoy ese concepto de la educación y la cultura como fase de enriquecimiento por las personas ha sucumbido completamente a los dictados del sistema capitalista. Hay que formar mano de obra para que las empresas la empleen.

La cosa va así : perteneces a una familia con posibles, ergo heredarás empresas o partes sustanciales de ellas, que tendrás que dirigir : aquí tienes tu máster carísimo, con algún añito en USA en alguna de las universidades de la ivy league, te dejas un pastizal pero por tonto que seas ya tienes las palabras mágicas por si (caso raro) necesitas montar tu CV : MBA. Claro, mientras lo cursas, encontrarás montones de personas en situación parecida a la tuya: el networking, que se trata simplemente de conocer el suficiente número de personas suficientemente influyentes para garantizar favores en el futuro. Las escuelas dedicadas a estos fines empezaron definiéndose usando la palabra empresa. Por mucho que les pese a unos cuantos el vocablo castellano empresa es una importación de la palabra catalana que significa acción de emprender.  Ahora se llaman escuelas de negocios. Palabra que significa lo que no es ocio. Cuando escribo estas líneas hay un buen pollo global liado a cuenta de un broker, presumiblemente formado en alguna de éstas, que declara salivar ante la espectativa de que una gran recesión lo convierta en millonario gracias a su agudo olfato para enriquecerse en tales condiciones. A río revuelto, ganancia de pescadores. Lo dije y con el paso del tiempo lo mantengo: muchos de los dirigentes políticos y directivos de grandes empresas han pasado por esas escuelas, y han generado la realidad en la que estamos. Nadie critica a ESADE, a IESE, a EADA. Algún motivo debe haber.

Mientras estas escuelas, elitistas no por el talento exigido, sino por sus prohibitivos precios, forman clase dirigente, las universidades públicas lo hacen con los cuadros medios. Normalmente gente con la misma aptitud intelectual, pero sin acceso a los recursos económicos necesarios. Puede que un talento resplandeciente obtenga becas y subvenciones para las caras, pero allí siempre será el becado que necesita ayudas, y estará fuera del networking. Normalmente los que pasan por universidades públicas acaban obteniendo puestos medios, en la empresa pública y en la privada. Acceden a un status de clase media a costa de mantenerse a salvo de grandes períodos recesivos, pues son el primer estamento exterminado. Los altos directivos raramente se exterminan a sí mismos, pero siempre encuentran una sustancial masa crítica de mandos medios a los que, a base de culpar de no saber aplicar correctamente sus directrices, pueden ejecutar consiguiendo muchas piezas de un solo tiro : fuertes ahorros, mensaje a todos los estamentos de la empresa, desaparición de eventuales aspirantes a ocupar sus tronos. No sé si vosotros ya estáis hartos de oir hablar de ingenieros que hacen de camareros, de arquitectos que son dependientes en tiendas de decoración, de abogados que hacen de administrativos.

Los ciclos formativos de profesionales completan ese mapa educativo a la medida de los requisitos de las empresas, que no de la sociedad. Básicamente se trata de formar buenos profesionales que estén al servicio de la clase directiva. Alguien tiene que arreglar mi coche, empotrar los enchufes, instalar las tuberías. Peinarme, diseñar la ropa que me pongo, transportarla hasta mi casa.

Lo demás es para los patanes que no quieren ser hombres de provecho. Deportistas, músicos, escritores, actores, bohemios en general. Los muy buenos podrán ser los bufones, hasta que nos cansemos de ellos.



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