dimarts, 14 de febrer del 2012

LO ARTIFICIOSO

Ayer recibo a través de Facebook una sugerencia para que dé la cara a favor de la independencia de Catalunya. Cuestión que me parece que, cualquiera que me lea aquí, o lea los comentarios que pongo en blogs y webs que visito, pocas dudas suscita. Soy furibundamente independentista. De hecho, si este sentimiento, o idea, u opinión, fuera mesurable de una manera científicamente contrastable, diría: esperad; cada día de gobierno del PP me hace más independentista catalán, más dispuesto a la fuga hacia donde sea, con tal de huir de esa centrifugadora que es el gobierno español. O sea, en términos financieros: esperad, que tendrá su retribución.
Me sugieren que lo haga a través de una web donde cuelgas una foto y tus datos, y quedas contabilizado (y retratado) como partidario. Veo fotos de quien ha firmado antes: una Núria Feliu (cantante-momia emblemática en Catalunya, relacionada con CiU) burguesa y con una pinta algo americanizada; el omnipresente escritor Matthew Tree; un Mikimoto con corbata, ilógicamente; y políticos, la mayoría de ERC (Junqueras, Bargalló - sin corbata, lógicamente-, Anna Simó). 
Cuando veo a los políticos, decido no participar ahí. Nadie vinculado con la política hasta ahora (ergo, vinculado con todas las malas decisiones que nos han llevado a esta comprometida situación) me gusta un pelo para protagonizar o pretender abanderar la génesis de una nueva nación. No hay excepciones, más bien todo lo contrario, habría quien, con su intervención, generaría en mí, ya no una indiferencia, sino una franca animadversión. Ya no queda nadie, apenas, que no me haya fallado.
Y es que en el fondo, y debo confesar que conversaciones con amigos (el gran Mix, por ejemplo) han ayudado lo suyo, empiezo a hartarme del caudillismo encubierto que muchos enarbolan, para acabar saliendo beneficiados. Como catalán y catalanista voy a acabar declarándome igual que digo que me gusta Radiohead o Bolaño, o los XX. Es mi opinión, prueba tú si quieres y ya me dirás. Yo no voy a forzar las cosas. Ni voy a ponerme detrás de nadie a brindar mi apoyo. Delante, al lado, quizás. Detrás, no.

Dos grandes candidatas a los Oscar, dos actrices que siempre me han parecido que tienen cara de pollo: Glenn Close (papel a la medida haciendo de hombre), Meryl Streep (papel a la medida haciendo de Maggie Thatcher). Todo perfectamente calculado para un duelo en la cumbre.

LV dice en portada que Adele arrasa en los Grammy. Aclarado que no se refieren a la mesa de los canapés, la contemplo acogiendo maternalmente las 6 estatuillas, veo su foto, algo llorosa. Pulcra y accesible, cercana y aséptica, habría que declarar ese subgénero como gimnasia vocal. Justo con uno de sus íconos, Whitney Houston, fallecido en circunstancias por aclarar, he de decir que ese tipo de divas a las que la industria adora, hasta el punto de componer canciones expresamente destinadas a hacer brillar su técnica vocal, tan depurada como fría e incapaz de transmitir, a mí me pone muy nervioso. Sin llegar a la adoración, me gustaba oír a Amy Winehouse, con esa voz rasposa y ajada, pero, tal como se demostró, reflejo de su drama interior. Pero ese ejército de cantantes diseñadas industrialmente para ser divas de gran voz (voz que, por lo tanto, acaba desperdiciada en baladas azucaradas y mid-tempos soul de escasa relevancia), ese ejército que acaba apareciendo en programas como OT, o Britain's got talent, ensuciando canciones de Ella o Aretha, o Nina (Simone, por supuesto), con el único fin de vender y vender artificiosidad, dudo que aporten nada a la música. Más de lo mismo, siempre.



4 comentaris:

  1. Completamente de acuerdo con tu opinión sobre las cantantes de fábrica. Se hicieron muy buenas con la técnica porque tenían que compensar la falta de pasión.
    Sobre política tiendo a no opinar. Parece que aquí y allá, las formulas y discursos políticos con siempre los mismos.

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    1. Hola Ronny:

      Tu círculo se amplia, lo cual supongo que te satisface gradualmente:
      Gracias por tu comentario, lo haré también sobre mi post, pero te mencioné justo hace un rato, ahí tienes rastros de tu primera influencia en el Viejo mundo ( y lo viejo acaba muriendo, recuerda)

      http://francescbon.blogspot.com/2012/02/diario-de-diarios.html

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  2. Me gustan tus comentarios. Apenas llegué a Barcelona, hace ya seis años, simpaticé de inmediato con la causa independentista. Tenía mucho que ver el pasado cercano de una Barcelona bombardeada y conquistada con armas e idioma. Pero de a poco, regresé a esa sensación que ya traía conmigo, si no es espontáneo no es verdadero. Lo que quiero decir es que los movimientos reales (revolucionarios) que cambian un orden de cosas son aquellos donde el motor es la desesperación o la exasperación. Y no aparece ninguna de las dos detrás de la bandera de la independencia que es agitada por los líderes según les convenga o no. La casta política burocrática (en cualquier parte del mundo) tiene más cosas en común con sus rivales ideológicos (de cualquier parte) que con la gente que pasea por las calles de su ciudad.

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  3. Hablas con la gente de la ciudad, con los jóvenes (amigos de mi hija, de 14 años, ya muestran opiniones sobre el tema y son de lo más viscerales), y todo está tan separado de la realidad, de los acuerdos hipócritas de los que se auto-denominan líderes, tanto que uno acaba pensando si la esperanza más razonada es la que se basa en esos dos motores : desesperar y exasperarse. Los clavaste.

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