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diumenge, 24 d’abril del 2011

LA REPERCUSION DEL AMOR

El mar como metáfora de la eternidad. Eso es lo que me hace pensar cierta frase que culmina la descripción del itinerario, imaginario o real, que alguien hace por esta ciudad. Ciudad que, como la vida, tiene rincones que engañan y distraen, como esos estúpidos juegos de la Blackberry que te enganchan y te hacen perder el tiempo, mientras la vida y sus cosas se suceden y ocurren a tu alrededor. Sitios que están ahí como trampas, mientras los sitios de verdad, los que importan, esperan a que tú llegues a ellos. Los sitios te esperan, y el mar, que es el Gran Sitio, espera más que ninguno. Porque su espera no es triste y aburrida como esas esperas en esquinas donde nunca pasa nada, el mar tiene paciencia y cosas con que divertirse, y una inmensa cola de gente, animada y locuaz, que le ayuda a pasar el rato mientras aguarda que tú llegues. Como en el libro de Bolaño, esperaríamos ver un avión pasar y trazar con la estela de su humo, el mar es la vida, o el mar es la muerte o el mar, igual que toma el color del cielo que refleja, toma el estado de ánimo de quienes le miran con sinceridad.
Miramos el mar y nos parece inacabable y misterioso, y en el fondo nos parece lo más cercano que tenemos al más allá, con su horizonte que nunca tocamos. 

http://www.youtube.com/watch?v=eYPPUGk2BXI

1 comentari:

  1. En ese libro, aparte de su personaje principal (Carlos Wieder, o Albero Ruiz, Masanobu etc.) destacaría un momento en la estación ferroviaria de Perpiñan, donde el escritor Soto se da cuenta que la vida a decidido y a escogido la página de sucesos. También a Lorenzo, cuando al intentar suicidarse y ya en el fondo del mar, desea encontrar una bonita imagen que llevarse a la posteridad...lo único que le pasa por la mente es su lastimosa vida...decide no suicidarse, a pesar de no tener brazos aprende a nadar, pintar, bailar y llega a ser la gran Petra...

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